jueves, 22 de septiembre de 2016

Regreso

Hace un par de meses que llegué al Congo de nuevo. He estado debatiendo internamente si continuar el blog o no, dado el abandono andino al que sometí a “mi ventana a la Cruz del Sur” y el breve tiempo, en principio, de mi regreso. Mi decisión fue de no escribir. El Congo, sin embargo, es como una musa que me susurra historias al oído. Difícil resistirse a su provocación seductora compuesta de una mezcla de absurdo, tragicomedia y desconcierto.

El regreso a kinshasa la bella, fue tan fortuito como la primera vez. Sin que yo le busque a ella, ella me busca a mí. Aunque Bukavu sigue siendo mi ciudad favorita de este bendito país, reconozco que su aspecto ha mejorado desde la última vez que la vi. Es lo que pasa con ciudades que sólo tienen para mejorar, que al final mejoran (como Bilbao).

Mi querido Limeté, el barrio donde viví en 2009, es ahora escenario de enfrentamientos sangrientos. El opositor principal del presi Joseph Kabila (en adelante papa Kabila) que se llama Etienne Tshisekedi, alias Tshi tshi (en adelante Tshi tshi, porque cuántas veces se halla una en la feliz circunstancia de encontrar un político, cuyo apodo se pronuncie igual que el eufemismo del órgano genital femenino), vive en Limeté. De hecho vive dos casas más allá de mi antigua casa. Si Limeté no fuera ahora escenario de batallas campales, seríamos vecinos, Tshi tshi y yo.

Gombé también ha mejorado, las carreteras que están asfaltadas no tienen tantos agujeros. Hay más edificios de pisos (de más de un piso, quiero decir). Hay nuevos bares y restaurantes, más coches nuevos, menos de esos autobuses que eran en realidad peligrosas cafeteras viejas con ruedas, y que no rodaban, pero despedían un humo negro y denso que no fallaba en ir directamente del tubo de escape, al pulmón.

De fachada, bastantes cosas han cambiado. De fondo, no lo tengo tan claro. Los kinois, eso sí, siguen siendo tan chic como siempre. Reminiscencias del esplendor de la “sape” siguen presentes, para mi deleite visual. Después de unos años en Ruanda, donde el ambiente es en general, más serio; mi reencuentro con los característicos kinois locuaces, vivaces y despiertos, extremadamente críticos y con su agudo sentido del humor, a veces sarcástico, reconozco que ha sido para mi, un bienvenido contraste.

Esta semana ha sido particularmente especial. Lejos de aquellos tiempos tranquilos en Limeté en 2009, este 2016 es (o debería ser) año de elecciones en la República Requetedemocrática del Congo. La realidad es que probablemente no lo sea. No hay dinero para convocarlas, dice el gobierno. No hay dinero para actualizar el censo electoral, ni tiempo antes de noviembre para hacerlo. En su lugar el gobierno ha propuesto dialogar para ver qué hacer si no hay elecciones. Los opositores principales no quieren dialogar sobre unos hipotéticos que no les satisfacen, quieren elecciones y que papa Kabila termine su segundo y último mandato según la Constitución.

En este clima, vivimos en una alternancia de reproches de unos a otros. Unos días la oposición convoca manifestaciones, otros días, es el gobierno. Otras veces se convoca “ville morte”, con la que la oposición solicita a los trabajadores no ir a trabajar y quedarse en casa para dar sensación de ciudad paralizada. Una especie de huelga general, pero como todo en Congo tiene nombre pomposo, aquí se llama ciudad muerta.

De esta forma, el lunes había convocada una manifestación de la oposición, fue reprimida por la policía, los manifestantes respondieron con más violencia y pillaje; los disturbios se extendieron durante otro día y medio más, y con la tontería, los de a pie, nos pasamos tres días en casa encerrados. Hoy hemos ido a trabajar y mañana ya se ha declarado una manifestación de la oposición, el sábado otra del gobierno, y la otra oposición (no la principal) ha declarado ville morte los dos días. Máxima coordinación. Sal a la calle a manifestarte, no, huelga general, no, quédate en casa. Conclusión: Paloma ha aprendido un nuevo anglicismo: lockdown. En esta semana de 7 días, 5 han sido de lockdown, a expensas de lo que pase el domingo, y agárrate los cintos, que puede que sea de lockdown también. 6 de 7 debe de ser algún macabro jackpot si hubiera un Las Vegas de disturbios callejeros.

También como conclusión, una treintena de muertos, decenas de heridos, varias sedes de partidos quemadas, un colegio de secundaria destrozado y una universidad también, algunas viviendas privadas quemadas y una población que vive al día muy resentida de varios días sin poder vender en sus pequeños comercios, lo cual equivale a no poder comer.

Feliz regreso a la RDC.

Siempre lo dije, es difícil no amar al Congo si lo conoces, pero es un amor que duele y hace mal. Me imagino que parecido a amar a Brad Pitt y que te ponga los cuernos con una más joven. Debe ser por eso que todos hablan de eso.

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